miércoles, 23 de febrero de 2011

Inspiración

¿Que por qué no escribo nada nuevo? Es muy fácil: no tengo nada interesante que decir, y no será porque no me hayan pasado cosas interesantes que contar. Simplemente, no tengo ganas, no hay inspiración, no hay nada. La busco en una escena nunca vista, en una nueva canción, en un recuerdo borroso empañado por una sustancia relajante. Pero no hay forma, huye de mí.

Quizás me visite durante este fin de semana. Nunca puedo saberlo. En cierto modo, se parece a mí; es caprichosa y se marcha sin dar una respuesta, dejándote con miles de preguntas a las que no sabes cuándo te contestará.


miércoles, 16 de febrero de 2011

7


Eran más de las ocho. Joder. Ya llegaba cuarenta minutos tarde la tía. Tendría que haberle hecho caso a quien yo sabía. Estaba cansado de dar vueltas de un lado para otro así que me apoyé en el coche que tenía enfrente, mirando hacia las puertas del cine. Nada. Ni de coña llegábamos a la sesión. Fijé la vista en un grupo de quinceañeras que esperaban frente al cine. Supuse que eran quinceañeras por cómo se comportaban, porque si me hubiese fijado en cómo iban vestidas, habría pensado que eran señortias de la calle. Si es que los padres las visten como putas, pensé. Cuando observaba los saltitos que daba una rubia entre sus amigas, oí que me chistaban. Incliné la cabeza ligeramente hacia quien me llamaba. Ahí estaba ella al fin. Me sentía orgulloso. Había hecho un buen fichaje: Pelirroja, diecinueve años, cañón. Lo cierto es que no sabía nada más de ella. Ni siquiera me había dado su número de teléfono. Espera. Ni siquiera sabía su nombre. Al fin y al cabo, daba igual.

-Llegas tardísimo- Le espeto en cuanto se me acerca.

-Que llego tarde quiere decir que le he dedicado tiempo a elegir mi ropa. No como tú, a la vista está. Quizá tú también deberías haber llegado tarde- ¡Zas! Venía pisando fuerte. La miré de arriba abajo. Tenía razón. Me encantaba cómo le quedaba esa camiseta morada de tirantes, dos tallas más grandes que la negra que llevaba debajo. Me gustaban demasiado esos leggings grises y cómo le combinaban con esas botas negras sin tacón- O te mueves o no nos dejan entrar a la siguiente sesión- Joder. Qué borde era. Con mucho carácter, con dos cojones. Me gustaba. Me gustaba mucho su personalidad, casi tanto como sus ojos. Llevaba demasiado negro y unas pestañas exageradas, pero seguían siendo muy bonitos. Había dejado el resto de su cara libre de maquillaje, de forma que podían verse las miles de pecas que le daban ese toque dulce a esa cara de perro que me estaba poniendo. Incluso cabreada estaba muy guapa. Tenía ganas de jugar con el aro morado de su labio.

-Tú primero- Le señalé el camino hacia las taquillas. Ella se giró dándome la oportunidad de mirar su impresionante culo.

-Deja de mirarme el culo y compra las entradas- Me dijo sin girarse. Se puso a hacer cola detrás de las niñatas de quince años. Me separé del coche y despegué los ojos de su cuerpo.

-Dos entradas para la sesión de las ocho y cuarto. En la última fila- El taquillero lleno de granos me dedicó una sonrisa burlona mientras me pedía el dinero. Qué asco de tío. Le solté quince pavos y dejé que se quedara con el cambio.

Me guardé la cartera en el bolsillo del pantalón. La pelirroja estaba con un pie dentro del cine, mirándome impaciente. Tiene hambre, pensé picaronamente. Efectivamente, así era. En cuanto estuvimos dentro, me ordenó, y digo me ordenó porque eso es literalmente lo que hizo, que comprara el menú de palomitas grandes y dos bebidas medianas. En lo que yo me hacía con la comida, ella se marchó al baño.

Ahí estaba yo, como un pasmarote, sujetando con la barbilla y con los refrescos las palomitas. Ella arrastró con pereza sus pies por la moqueta azul, ahuecándose el pelo con una mano mientras con la otra se colocaba el piercing del labio. Pasó por mi lado robando algunas palomitas, sin ayudarme a llevar nada. Tampoco me sujetó la puerta para entra a la sala. Simplemente se encaminó a la última fila, sin comprobar qué butaca teníamos. Subió los escalones de dos en dos y se colocó en una esquina. Por suerte para mí, no había mucha gente en la sala a excepción de las niñatas de la entrada, pero estaban demasiado lejos como para molestarnos. Me senté a su lado y le entregué su refresco. Ella absorbió por la pajita un largo trago sin quitarme los ojos de encima. Cuando terminó, me preguntó cómo me llamaba.

-Julio- Ella me miró esperando que yo la preguntara lo mismo, peor no obtuvo respuesta. Al pasar de ella, pude notar por el rabillo del ojo cómo retorcía la pajita intentando estrangularla. No me dedicó ninguna mirada más y se concentró en la pantalla.

Las luces se apagaron y comenzaron los anuncios. Pensé que más me valía currármela o tendría que tragarme la pastelada romántica que habíamos ido a ver. Dejé pasar los cinco minutos de cortesía y me giré hacia ella. Posé una mano en su pierna izquierda, que tenía cruzada por encima de la derecha, y la acaricié suavemente, al mismo tiempo que me acercaba a su cara. Ella continuaba con los ojos clavados en la película. Tan sólo cuando estuve a escasos centímetros de sus labios, se movió; se aproximó a mí, casi rozándome los labios y extendió el brazo para coger mi refresco. Yo estaba salivando mirando sus labios cuando ella me puso la pajita en la boca. Sin quitarle ojo, pegué un trago y me recosté en mi butaca, retirando mi mano de su pierna.

lunes, 7 de febrero de 2011

Ya nada volverá a ser como antes

En un lugar con paredes de plástico y sueños de cristal. La perfección no existe, es fruto de la creación. La realidad no tiene límites simplemente porque no se pueden medir. O porque nadie se los ha puesto. Tu imaginación mueve el mundo. Que tú y yo estemos hoy aquí es consecuencia del azar. La causa es la atracción.


domingo, 6 de febrero de 2011

Dolor

La primavera se acercaba impaciente. Era la primera vez en mi vida que me sentía así. El calor de las calles alimentaba mi ilusión. Con cada paso que daba, más grande me sentía. Era como si al andar mis pies se fuesen levantando del suelo, como si mis cordones estuviese atados a miles de globos, alejándome cada vez más de todo lo que me rodeaba. Llegó la tarde y con ella, llegó él. Yo no sabía que aquél instante marcaría para siempre mi vida. Yo era una niña pretendiendo ser una mujer. Yo quería descubrir el amor. Me arrastré por mi antigua ciudad de la mano de un desconocido. Me dejé llevar por la seguridad de su mirada. Yo esperaba encontrar en él la inocencia de un suave beso.  Sin embargo, encontré algo mucho peor.

Dejé pasar los meses, dejé que el tiempo lo fuese arrastrando todo. Descubrí sentimientos en mí que nunca antes había experimentado, pero es cierto que del amor al odio sólo hay un paso y eso fue lo que ocurrió. No fue hacia él. Al contrario. Empecé a odiarme a mí misma. Me creía inferior a él. Me subestimé. Permití que ese amor que me había dado fuerzas para hacerlo todo se esfumase. Cada día se convertía en una pesadilla y yo no podía abrir los ojos y despertar. Nadie podía ayudarme y el dolor se convirtió en mi único compañero. Él caminaba a mi lado dominándolo todo. No me dejes nunca susurraba con lágrimas en los ojos cuando yo intentaba escapar de su jaula. Me resigné a escuchar falsos te quieros, a aferrarme a una mano vacía de sentimiento. La soledad me despertaba cada mañana. El dolor siempre sobrevivía, profundo, inquebrantable. Un día todo se acabará. Un día el miedo florecerá y me llevará a lugares nuevos, lugares en los que podré ser feliz, en los que alguien me apreciará tal y como soy. Tú me culpas porque no he sabido darte lo que querías. Tienes razón, sólo yo tengo la culpa de haberme arrastrado hasta ti.

Él

Sabio. Eso es lo que significa su nombre, de orgien griego. Y es verdad, lo es. Le conozco desde hace una eternidad. Me ha acompañado durante toda mi vida. Algunas veces me oberva sin cruzarse en mi camino, pero otras no puede evitar empujarme para que no me equivoque. Gracias a que lo ha hecho, hoy tengo un motivo para escribir.

Anduve mucho tiempo perdida. No quería escuchar nada más que a mí misma. Yo era demasiado egoísta como para dejarle entrar en mi vida. Gracias a Él, he descubierto un mundo nuevo, al margen de aquél en el que vivía, encerrada en mí misma. Gracias a que Él un día decidió agarrar mi mano y apartarme de toda esa oscuridad. Yo no quería abandonar el lugar en el que estaba. Yo no creía en la felicidad, yo no creía en el amor. Yo creía que no podía tener nada más que lo que estaba viviendo, pero Él me enseñó que estaba equivocada.

Gracias a él, hoy estoy aquí. Recorro unas calles diferentes, llenas de vida. El Sol me sonríe desde la ventana. La brisa me acaricia para despertarme. Gracias a él me he encontrado a mí misma, les he encontrado a ellos.

Me equivoqué tanto que estuve a punto de echar a perder mi vida. Perdí el rumbo, perdí la confianza en mí misma. Hoy, ahora, en este momento, giro la vista y los recuerdos lo aclaran todo. Durante mucho tiempo tuve miedo. Ahora sé que el miedo no existe. ¿Por qué? Porque Él, porque ellos no dejan que lo tenga. Porque ya no necesito correr. Porque antes gritaba, ahora río. Porque antes lloraba, ahora canto. Antes no quería salir a la calle, ahora dejo que el Sol bañe mi piel.

Él tenía un sueño y luchó por él. Él me mostró que yo también puedo conseguir mis sueños. Que sólo hace falta cerrar los ojos con fuerza y pedir un deseo. Que la vida te los concede, por dura que se muestre a veces. Hoy sé qué es la felicidad. Está en todas partes, tan sólo tienes que abrir bien los ojos y atraparla. A veces es rápida y te costará más, pero para eso cuentas con toda esa gente a tu alrededor que  te empuja para que consigas todo lo que quieres.

Él me ha ayudado a ser lo que soy ahora. Él me ha dado la libertad para volar. Sé que siempre estará ahí para evitar que mi caída me haga más daño. Sé que lo haré, que me volveré a equivocar. Mi vida se escribe con errores, pero eso es lo que me enseña a vivir. A luchar. A decir No. A decir basta. A querer. A soñar. A ser libre. A ser yo. A ser tú.

Prometo ser como Él y estar ahí. Os ayudaré a luchar. Soñaré con vosotros. Bailaremos juntos. Nos reiremos de nuestros errores. Compartiremos nuestros defectos. Seremos nosotros.

Él me enseñó a caminar, me enseñó a hablar, me enseñó a sumar, me enseñó a luchar, me enseñó a soñar. Él me ha dado la oportunidad de ser feliz. Él ha secado mis lágrimas. Él ha apoyado todo lo que he hecho.

Gracias

Blanco

Una frase que no tiene sentido. Cuatro palabras que lo cambian todo. No se puede descifrar el significado. Sólo se puede imaginar. Enciéndelo. Descifra la contraseña. Doble click en la papelera de reciclaje. Encuéntralo entre memorias inservibles. Botón derecho, restaurar. Búscalo por donde puedas. Ábrelo. En él, encontrarás el sentido a todo. En él todo está explicado, desde una palabra hasta un gesto.

Siguiendo las instrucciones recuperó el documento: estaba en blanco.

sábado, 5 de febrero de 2011

Ella

A todo el mundo le pasaba lo mismo. Me dirijí hacia él y le pregunté:

-¿Qué estás mirando?

-A Ella- me respondió sin apartar la vista de lo que estaba contemplando.

-Lo sé. Todos la obervamos, pero sólo unos pocos nos damos cuenta de su belleza.

-¿Sólo unos pocos? ¿Cómo podría alguien no darse cuenta de ello mirando sus preciosos ojos verdes, su melena azabache, su piel de marfil? Ella es elegante en el mirar. Ella es la dulzura de un beso. Todo el mundo desearía ser como Ella.

-Lo sé. Pero Ella es mucho más que una belleza. ¿Te has preguntado qué se esconde detrás de esa bonita cara? Donde Ella es realmente hermosa, es en su interior. Sus pensamientos, guardados con recelo, son complejos. Sus ideas son increíbles. Conocerlas es un privilegio. Su historia se teje en la seda. Sus recuerdos son profundos como lo es el dolor, pero su futuro es brillante con su mirada. Ella transmite libertad cuando sonríe. Ella es mucho más que una belleza. Ella es Tu compañera. Ella es Tu amiga. Fiel al amor, fiel a sus ideas, fiel a aquello que ama. Lo que tú buscas en un beso Ella lo encuentra en un abrazo. Ella te tiende su mano siempre que la necesites. Si realmente la conocieras, no contemplarías su hermosura, sino que te maravillarías con la belleza de su interior.

Él dejó de mirarla un instante para verme a mí. Cuando se giró de nuevo, Ella ya no estaba. Él la busco por todas partes, pero Ella ya se había ido. Fue entonces cuando entendió todo lo que le dije. Se dio cuenta de que la amaba.

El calor del verano

¿Sabes qué? Si soplo, sales volando. Si me escondo, te pierdes. No quiero que entenderte se convierta en una obligación. Me gustaría que mañana al levantarme y abrir los ojos me ciegue la luz del Sol. Que las sábanas me abrasen porque ya es verano. Que sea algo diferente. Salir a las calles de otro lugar. Escuchar algo más que preguntas absurdas. Conocer nuevos nombres. Y cuando quiera coger las maletas y volver. O no.

Sienta bien mirar alrededor y encontrarles. Esa risa me resulta familiar. Esa risa significa que estamos juntos. No hago más que pensar en unos meses ardientes en los que no pensemos en nada más que en nosotros. Ellos saltan las olas mientras yo les miro desde la arena. Son un regalo. Si tengo cuidado puedo guardar un recuerdo para siempre en una vieja caja. Si sonrío me atrapa una foto. Les oigo en una canción. Aunque ahora me asome a la ventana y el frío me recorra de arriba a abajo, ellos son ese calor que tanto echo de menos del verano.

jueves, 3 de febrero de 2011

Hoy

Créeme si te digo que antes yo era capaz de hacerlo todo. Podía hacer avanzar el tiempo, agotando todas las horas del reloj. Antes el sol me acompañaba cuando recorría las calles de la ciudad. La música sonaba cuando dejaba volar mi imaginación. Antes podía cogerte de la mano y transmitirte la alegría o hacerte reír con una sonrisa. Sabía cómo esconderme debajo del agua sin tener que respirar. Yo podía verte en la oscuridad y comunicarme contigo dibujándote sentimientos en la piel con la yema de mis dedos. Antes, si me ponía de puntillas, podía pegarle un bocado a las nubes. Podía hacerlo todo.

Ahora, ahora no soy capaz de hacer nada de lo que has leído. Muchas veces camino en los días de invierno y la lluvia me persigue. EL reloj se detiene, se detiene el tiempo de mi vida. Ahora en mi mente hay demasiado ruido y no soy capaz de sentir la música dentro de mí. Y si quiero hacerte reír no me basta con tenerte cerca; Necesito una mueca, una broma, una sonrisa, una caricia. Ahora mis pulmones se inundan si pretendo nadar sola. Si me apagas la luz no puedo encontrarte. Ahora alzo la vista y me doy cuenta de lo pequeña que soy, de toda la distancia que me separa de ese gran cielo azul. Ya no puedo hacerlo todo, pero he aprendido a valorar cada detalle. Ahora el sol brilla más que antes aunque sólo me deje contemplarlo algunos días. Hoy me cantas una canción para que nunca deje de escuchar la música. Eres tú quien me hace reír con palabras mudas escondidas en un susurro. Me miras fijamente y sin cogerme de la mano me haces libre. Me pintas un cielo azul en una hoja en blanco. Te paras a mi lado para ver cómo me equivoco. Hoy, tú puedes hacerlo todo.