lunes, 11 de noviembre de 2013

Cómo nos venden la moto

El control de los medios de comunicación

Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista político estadounidense dedica la primera parte de su obra Cómo nos venden la moto (1995), con la ayuda de Ignacio Ramonet, a criticar el capitalismo contemporáneo y la política exterior de EEUU, centrándose en el control de los medios de comunicación, que titula este primer capítulo.



Las reflexiones del Chomsky se refugian en un estudio del control al que está sometida la sociedad, adornado con el título de democracia. Para ello, se centra en la publicidad que le dan los medios de comunicación a determinados asuntos –relacionados con conflictos bélicos- y explicar así el entramado en el que está enredada la ciudadanía, cuyo liderazgo se centra en un oligopolio político que cuenta con técnicas para dominar al consumidor, basadas en la propaganda, las relaciones públicas, la fabricación en serie de la opinión, la representación de la realidad, la cultura disidente, la creación de enemigos de la nación y el desarrollo de la percepción selectiva, que se corresponden con algunas de las partes en las que se divide esta primera parte.Todo ello está sustentado, legitimado y catapultado por los medios de comunicación, que actúan como títeres de los dominios políticos, y contribuyen a controlar el pensamiento de los espectadores en los que se han transformado los ciudadanos. Se establece así una jerarquía liderada por las élites políticas, los instrumentos que emplean éstas, a saber, los medios de comunicación, y la sociedad entendida como un conjunto de espectadores cuya cultura se exhibe en las pantallas de las televisiones.

Oligopolios de la comunicación

Sin embargo, la política no es el único sector caracterizado por el dominio de unos pocos, pues los medios de comunicación están dominados por una tendencia a la fusión de unos grupos mediáticos con otros, lo que deviene en oligopolios que son más fáciles de controlar por las élites políticas. Según Chomsky, éste es el pilar fundamental que sustenta el control democrático. El siguiente es, en síntesis, la estandarización de una serie de patrones, introducidos a través de los mass media, destinados a transformar los ciudadanos en espectadores, en objetos del juego mediático. Dichos patrones se resumen en el desarrollo de un sentimiento de aislamiento, para evitar la proliferación de grupos y movimientos ciudadanos capaces de pensar por sí mismos. “Los medios de comunicación, las escuelas, y la cultura popular tienen que estar divididos”, en palabras del propio Chomsky; en la invención de unos enemigos que difundan el miedo en la población (Miedo Rojo, los rusos, Sadam Husein o el propio George Bush); en la fabricación de una opinión pública unánime que rece la propaganda y los eslóganes políticos sin cuestionarlos; en el fortalecimiento de un sentimiento bélico como defensa y el patriotismo fanático. Todos encaminados a la preservación de una democracia ficticia, en la que ni la gente dispone de los medios para participar en ella , ni los medios se rigen por la libertad de prensa y la imparcialidad.

Texto del siglo XXI

La vigencia del texto de Chomsky traspasa las fronteras norteamericanas que le dieron vida en 1995. El sistema social, político y mediático descrito en el siglo XX se traslada plenamente hoy al siglo XXI. Esta obra resalta los problemas de una sociedad dominada por dos factores que actúan de manera conjunta –política y medios de comunicación- pero ignora las soluciones que han de llevarse a término para tornar la perspectiva democrática. En la actualidad, se vislumbran el efecto rebote que han sufrido tanto los medios de comunicación como la política, pues la proliferación de manifestantes que reclaman una participación democrática efectiva ha ido en aumento en los últimos años. Su grito de guerra podría entonarse parafraseando a Albert Einstein: Los enemigos más encarnizados de nuestras ideas, son aquellos que no las defienden.

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